Bendita en ciertas ropas interiores,
señora de las bellas desnudeces,
prodigio de las formas, redondeces
de lunas de colores.
Te quiero, si, te quiero tantas veces,
como tantos los ríos y las flores,
intercambio de besos y temblores,
milagro de los panes y los peces.
Bendita para el hambre de mis manos
y el latido furioso de las sienes,
con la boca sellada, quieta y muda;
como un sueño de sol en el verano,
desnuda de sostén y de sostenes,
desnuda, como Eva de desnuda.
jueves, noviembre 15, 2007
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