jueves, noviembre 15, 2007

XXXIV

Bendita en ciertas ropas interiores,
señora de las bellas desnudeces,
prodigio de las formas, redondeces
de lunas de colores.
Te quiero, si, te quiero tantas veces,
como tantos los ríos y las flores,
intercambio de besos y temblores,
milagro de los panes y los peces.
Bendita para el hambre de mis manos
y el latido furioso de las sienes,
con la boca sellada, quieta y muda;
como un sueño de sol en el verano,
desnuda de sostén y de sostenes,
desnuda, como Eva de desnuda.