sábado, julio 05, 2008

LI

Bendita cuando llegas de improviso
a revolver las lunas de la casa
y tornas el jardín un Paraíso
de pétalos de gasa;
bendito tu verdor que me acompasa
con aire de encelado compromiso,
el beso que te robo sin permiso
y el ímpetu de brasa;
bendita cuando vienes sigilosa
a convocar al ángel de la rosa
que habita en nuestras manos,
desnuda de tu ropa y en puntillas,
haciendo de la vida maravillas
de asuntos cotidianos.