domingo, enero 27, 2008

XL

Bendita la pasión con que combates
por aliviar el frío de la tarde,
el leño de mis brazos donde ardes,
el pulso con que lates.
Bendita tu ilusión de chocolate,
que no deja que nada te acobarde,
el rezo de mi boca: “Dios te guarde
y el verso te rescate”.
Bendita la tristeza cuando viene
y el curso demorado de los trenes
que rondan el abismo de tu ombligo.
El temple de los dedos de tu mano
y el sano
suceder de andar conmigo.

(Porque nada podrá derrotarte)